miércoles, 13 de agosto de 2014

Kumikata...




Naces, creces, tomas algo de sol, caminas, ríes, te alimentas, lloras, gritas, amas, odias y vuelves a amar, crece tu pelo, te haces fuerte, haces daño, abrazas, haces el amor
pierdes el aliento, lo vuelves a tener, ves atardecer, gritas, anhelas, te quejas,
entiendes, asumes, comprendes, disfrutas, miras el amanecer, amas más allá de lo que imaginaste, acompañas, respiras profundo, dejas de pensar tanto, te das cuenta de que todo lo anterior es uno, vuelves a agradecer... te vas...

Después repetimos el ejercicio varias veces. La parte en que agarras la solapa de uke y te deslizas buscando un espacio vacío sin forzar aun debo trabajarla bastante... y bueno, todo lo demás también.

lunes, 11 de agosto de 2014

Podar, Sembrar...


Los viejos habitantes de un pueblo del sur dicen que al podar un árbol debe hacerse en días de luna creciente, porque ahi las energías de la tierra van en dirección hacia arriba... También dicen que para sembrar debe hacerse en días de luna menguante, porque ahí las energías van hacia la tierra... 

Seguramente los viejos de la zona son personas muy supersticiosas... tal vez nunca fueron a la escuela y no saben nada de ciencias...  O tal vez simplemente se han mirado en la luna y en la tierra por mucho, muchísimo tiempo. 

Por alguna extraña razón aveces pienso en esto después de practicar el Sanshin no kata. Alguien me dijo que esto tiene mucho de Budo... Yo calculo que si...

jueves, 7 de agosto de 2014

Sho shin. O algo asi...



Lentamente y sin darme cuenta me voy haciendo experto en el engañoso arte del equivocarse. Me equivoco todo el tiempo... Apenas pienso que doy en el blanco y ¡paf!, fue que apunté hacia otro lado. Creo que al final de cuentas no está del todo mal especializarse en la confusa labor del principiante. Dicen que dicen los antiguos que ahí siempre abundan nuevas posibilidades... Aunque tal vez en esto puedo estar equivocado.

En el camino del equivocarme voy tomando notas que acompañan mi días de práctica, apuntando los detalles, aquello que no entiendo, cosas que con el tiempo van anudando sus formas y sus giros como el vuelo de una mariposa guiada por el viento.  Como aquella del sueño del maestro, que escapaba de los ataques de un gigante moviéndose a su alrededor sin poder ser atrapada y libre de cualquier resentimiento. 

Comprendí que depositar nuestro destino en el vuelo de una mariposa nunca viene mal. No lo entendí del todo el primer día en el Dojo cuando el instructor me preguntó si volvería al próximo entrenamiento, no recuerdo muchas cosas de ese primer día, pero si con claridad recuerdo la polilla que se paró sobre su hombro derecho. Mi respuesta demoró lo que esta tardó en cruzar el tratami y apoyar su vuelo sobre mi cabeza. Fue la primera en enseñarme que en los hombros del Budo seria bueno descansar mi vuelo. La polilla en esto no se había equivocado.